No tenemos documentación apenas del s. XVI. Por lo que las noticias directas de la hermandad en sus primeros veinte años son pocas. Pero es claro que todo lo que haya comienzos del s. XVII y que tan bien documentado nos llega es resultado de lo hecho en años anteriores y no improvisaciones de esos años iniciales de la siguiente centuria. Y por esos resultados podemos ver qué se había venido haciendo y en qué línea trabajando en los años previos. Indirectamente, pues, pero con certeza podemos hacer algunas afirmaciones sobre el período fundacional.
En primer lugar podemos decir que, tal como se le dijo al Papa en la petición de indulgencias a la que el Pontífice respondió con su breve de 1587, la hermandad en efecto estaba abierta a toda clase de personas y no encerrada en el gremio de barqueros. Aparecen viñistas, carreros, militares, pequeños comerciantes, albañiles, jornaleros sin especificar, etc … Y sobre todo aparece el barrio, el barrio de San Telmo, como sostén de la cofradía, como vivero de sus cofrades, como lugar donde radica la devoción al Cristo y a la Virgen y que con sus limosnas, pequeñas pero que se acumulan a lo largo del año, se costea el culto de la capilla y la procesión de penitencia.
En segundo lugar debemos decir que a comienzos del s. XVII aparece una hermandad consolidada y normalizada, existente sin traumas ni tensiones que pongan en peligro su existencia o estabilidad y que esto naturalmente se ha logrado en esos años iniciales que han quedado atrás. Todas las instituciones de la cofradía así como sus costumbres -cultos, cabildos, póstulas, modo de regirse, etc …- ¬está no ensayándose sino asumidas y normalizadas, y se repiten ya año tras año en forma igual.
Con documentación sólo conocemos de ese período el nombre de un cofrade, que es además la cofrada, Catalina Mateos, la cual deja a fines de ese siglo una manda para la hermandad en su testamento, como más adelante especificaremos, pero que además en los primeros veinte años del siglo siguiente aparece como lo que hoy llamamos la camarera de la Virgen, pues ella era la que tenía la ropa de Nuestra Señora y la que venía a vestida cuando se iba a sacar en procesión. Así es que es una mujer el primer miembro localizado de esta cofradía.
Pero sin duda, al menos los dirigentes que aparecen en los primeros años del siglo siguiente no son unos novatos en la cofradía, apuntados de hacía un año. Eran ya veteranos y por tanto su inscripción hay que ponerla en el siglo anterior: los Durán Frayle, Rivas el soldado, Virués el prioste, Fernando de Gallegos, Rodríguez de la Fuente, Ramos Meléndez, Pizarra de Negrón, etc. .. así como otros asiduos postuladores de limosnas que sin embargo no vemos lleguen a tener cargos en la junta de gobierno: Pedro Domínguez, Pedro del Hoyo, Álvaro Domingo, Álvaro Domínguez, Antón Daza, Pedro Camacho, María Gómez, etc. Estos son sin duda hermanos veteranos ya entonces, sobre los que descansa la cofradía.
No pocos de los cultos que vemos realizarse en el s. XVII proceden de los principios mismos de cofradía, como la misa dominical, el tenerle a la Virgen encendida perpetuamente una lámpara, la procesión de penitencia del Viernes Santo con su orden concreto, los sermones cuaresmales, etc…
También se aseguró que la ermita estaba al cuidado de un santero que dormía en una casa o cuartejo anejo, y siendo seguro que Benito de Novela era el santero de los primeros años del s. XVII y no apareciendo ningún indicio de que fuera reciente sino al revés un veterano deberemos proyectar su presencia en la ermita a los años finales del s. XVI.
La procesión aparece con un orden fijo que viene de atrás. La examinamos luego pero adelantemos ya que llevaba un orden fijo: la campanilla, la trompeta, el guión, el estandarte, los hermanos de sangre, los hermanos de luz, el Cristo, los frailes, la Virgen, el clero parroquial, el cortejo de mujeres con velas, y en algún sitio de la procesión la capilla de música. Como diremos, hasta 1610 no se me menciona a San Juan Evangelista, y ni siquiera entonces entra en la subasta de “insignias”. Parece lo probable que no salía todavía en procesión, y por tanto no pertenece a la procesión del s. XVI.
Igualmente las póstulas del comienzo del s. XVII tienen sabor a costumbre antigua: se pide den¬tro de la iglesia, donde hay un cajón de la hermandad con varias llaves que tienen varios hermanos distintos que han de juntarse para que se pueda abrir, y se pide por las calles del barrio los días de fiesta.
La hermandad nació, pues, entre 1580 y 1588 en que queda plenalmente legalizada. Nace al calor de una idea: dar culto a la Expiración de Cristo y la Virgen del Valle y hacer obras de misericordia, fomentando la caridad y fraternidad. Y éste es el ejercicio al que se dedica en sus primeros años de vida.
(ARCHIVO HCO. DE LA HERMANDAD)
“El Cristo de Jerez”, Jose Luis Repetto Betes, 1997